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La nueva normalidad

Los gobiernos federal y de Nuevo León, lanzaron sus propuestas de reactivación a la sociedad por motivo de la pandemia del Covid-19, se emite el día cuando se estimó para México, el pico más alto de contagios, si se equivocan, la reactivación podrá ser en plena cumbre de contaminación.

Le llaman «la nueva normalidad», desde el nombre se dimensiona un cambio profundo en las relaciones sociales, laborales y de convivencia entre las personas.

México es un país urbano, más del 85% de la población cohabita en una zona urbana, ello conlleva características que facilitan el contagio masivo de un virus altamente viral –válgase la expresión–.

Ambos planes tienen como eje, la reactivación de la economía, la productividad y el retorno de las funciones del capitalismo basado en el comercio.

Al ser urbana la población, la obtención de bienes y servicios es mediante la compra de estos, no como sucede con la población rural donde hay una economía fuerte en autoproducción y autoconsumo de alimentos y otros satisfactores.

Esta dependencia del dinero como elemento de comercio, obliga a que toda iniciativa de la «nueva normalidad» tenga como punto central, el circulante de efectivo o moneda digital para la reactivación de la economía.

La información en ambos proyectos, el federal y estatal, parece más un documento de generalidades, que una evidencia de verdadero trabajo académico donde se definan protocolos y criterios a seguir, es un llamado a misa más que un manual de procedimientos, formal, claro y objetivo.

El documento federal establece tres etapas de apertura a la actividad económica, que no así a la reactivación de la vida cotidiana. En la primera etapa se abren los municipios llamados de «la esperanza», términos muy típicos de las campañas políticas del actual gobierno 4T; esperemos no usen estos conceptos en campaña a partir de octubre pues violarían la legislación electoral.

La segunda etapa sería entre el 18 y 31 de mayo con la reapertura de actividades económicas de alto impacto en el PIB, aunque el presidente López Obrador insista en desaparecer este indicador internacional.

En la tercera etapa que inicia en junio uno, se incluyen instituciones de servicios como la educación y otras actividades recreativas y sociales, entiéndase áreas como el futbol, los casinos y hasta el turismo.

Consultando a expertos en temas de la cosa pública, el académico y maestro Enrique Carrillo, expresa sobre el plan de Nuevo León que es un documento «teórico y condicionante», donde las áreas de reactivación lo son más a criterio de la autoridad que bajo un estudio de economía, viralidad de contagio u otra forma de validar el por qué de incluir o excluir en las etapas de la reactivación a algunos sectores de la producción y generación de riqueza.

A Carrillo le preocupa el retorno de la pandemia y la masificación del contagio una vez que entren en marcha las fases de reactivación en la entidad, considera que será muy difícil cumplir con la sana distancia, principal arma contra la proliferación del bicho.

También consultamos con el arquitecto Rodolfo Sada quien considera insuficiente el documento circulado por el gobierno de Nuevo León para establecer mecanismos de protección.

Lo reconoce realista: «luchamos contra un enemigo al cual apenas empezamos a conocer». Agrega que el plan adolece de compromisos en cuanto a los plazos y fechas definitivas para la implementación de las etapas.

Los planes de ambos órdenes de gobierno son tan generales que parecen «pescado enjabonado», con tantas puertas abiertas para escapar ante una falla de éste, que se evidencia como un documento político más que técnico-médico.

Reabrir actividades productivas por etapas es adecuado en el interés de no abrir las puertas de par en par, pero se deben considerar cadenas de producción y sus impactos en la economía de las sociedades.

Por ejemplo, el futbol en Monterrey es una empresa que compite con otras en la generación de recursos. Considerar su reapertura en señal televisiva abierta, con la reapertura de otras áreas colaterales, puede redituar tanto o más beneficio en la economía como lo es el ramo de la construcción.

Impulsar subsidios a los insumos de la construcción detonaría este sector y favorece a un ramo de muchos empleos colaterales.

Muchas buenas ideas en un documento escueto.

La «nueva realidad» recuerda el chiste del borracho quien prometió ser un hombre nuevo, al día siguiente llegó más ebrio que nunca y dijo a su esposa: «Vieja, tienes mala suerte, tu nuevo hombre salió peor que el anterior».

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