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El sermón guadalupano del Padre Mier

Su discurso guadalupano resultó disruptivo, lejos de engrandecer la verdad histórica…

Fray Servando Teresa de Mier trazó el futuro de su vida en diciembre de 1794, cuando dirige su sermón por motivo de la aparición de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac.

Regiomontano, su hogar se ubica en una de las casas del actual barrio antiguo en el corazón de Monterrey, Nuevo León. En 1780, con apenas 16 años de vida ingresa a la orden de Santo Domingo en el convento de México. Para antes de los 30 años era famoso por sus dotes de gran orador.

El 8 de noviembre de 1794 ofrece un discurso en el homenaje fúnebre a Hernán Cortés por el 247 aniversario de su fallecimiento cuyo suceso fue el 2 de diciembre de 1547.

Se asumía como un digno referente del mestizaje americano, descendiente de españoles por padre y de la dinastía de Moctezuma por su madre. Ese noviembre elogió la llegada de los españoles y exaltó la persona de Hernán Cortés, un discurso políticamente correcto en ese momento.

Tal participación le obtiene una invitación para ser el orador principal en las celebraciones del 12 de diciembre por la aparición guadalupana, no imaginó que ese discurso cambiaría su vida y le conseguiría el destierro, así como su peregrinar por Europa hasta 1816 cuando viaja para retornar a América.

Su discurso guadalupano resultó disruptivo, lejos de engrandecer la verdad histórica de la aparición a Juan Diego, construye una nueva hipótesis en donde establece que el manto de Juan Diego no es tal, sino que perteneció al apóstol Santo Tomás, quien evangelizó en el continente y a cuya figura se asocia con Quetzalcóatl.

No desestimaba la aparición de la Virgen, pero establecía que la misma sucedió siglos antes y que su imagen no responde a un milagro en el cerro del Tepeyac sino a la presencia (espiritual) de la madre de Jesús en el primer siglo de nuestra era.

El asunto tenía más implicaciones políticas que religiosas, su afirmación, arrebataba la paternidad del cristianismo a los españoles, con ello, anulaba su derecho para colonizar las tierras novohispanas, esto en tiempos donde el republicanismo cobraba fuerza en Europa y España decaía como potencia.

El 15 de julio de 1822 en el seno del congreso constituyente del imperio mexicano, al arribar a la sesión para tomar protesta como diputado por el Nuevo Reino de León, Teresa de Mier emite un discurso autobiográfico; mismo que se lee en las Actas del Congreso de 1822: “Los mexicanos en el año de 1794 me llenaron de imprecaciones creyendo que en un sermón había negado la tradición de nuestra Señora de Guadalupe. Los engañaron: tal no me había pasado por la imaginación: expresamente protesto que predicaba para defenderla y realzarla”.

Afirmaba que la Virgen decidió no esperar para ser la patrona de América. Con su discurso transformaba la historia del momento que unió en fe a España y América.

Agrega que el escrito del discurso le fue solicitado para imprimirlo pero que por el contrario, fue empleado para calumniarlo por las intrigas dentro de la jerarquía religiosa.

Señaló que el Arzobispo, quien era poco creyente en el milagro guadalupano, inventó el ardid pues sintió que el discurso le arrebataba a los españoles “la gloria de habernos traído el evangelio: como si esa gloria fuese suya y no nuestra, pues fue de nuestros padres [infiero que se refiere a su llamado origen prehispánico por línea materna]”.

En su defensa aseguró que en América la fe cristiana estaba antes del hispanismo, “como si el evangelio de paz y libertad pudiera ser título de dominio”, señaló.

Siempre polémico, su voz lo hizo perseguido e inmortal.

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