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Monterrey en la historia

La historia de Monterrey debe ser revisada porque ayudaría a explicar muchas cosas del presente, incluso a entender que las sequías e inundaciones son históricas.

El 20 de septiembre se festeja el cumpleaños oficial de la fundación de Monterrey. Una ciudad con grandes momentos en la historia, algunos buenos y otros no tanto.

La vida de Nuevo León desde su fundación en 1579 y la de Monterrey desde su fundación en la primavera de 1583 están vinculadas a los ciclos del agua, las sequías y las lluvias intensas.

Es el cumpleaños oficial de Monterrey porque se celebra la mal llamada fundación de Monterrey como ciudad metropolitana por parte de Diego de Montemayor el 20 de septiembre de 1596. Mal llamada porque hubo una fundación previa por parte de Gaspar Castaño de Sosa y donde el mismo Montemayor fue jefe político de la llamada villa de San Luis, además que, de haber poblado o fundado y redactar un acta al respecto, Diego habría redactado su sentencia de muerte.

Luis de Carvajal de la Cueva (no lleva la «y») fundador del Nuevo Reino de León y sus primeras ciudades: Cueva de León, Villa de León y San Luis, fue quien dio nombre a la entidad y funda u ordena fundar las ciudades, casualmente todas vinculadas a su nombre, León (apellido original de Carvajal) o Luis como su nombre.

La capitulación donde se le otorga el territorio y el nombramiento de gobernador (primero en la entidad) es firmada por el rey de España Felipe II.

Cuando afirmo que es imposible que Montemayor redactara un acta fundacional es con base en las ordenanzas de Felipe II, en ellas prohíbe fundaciones, poblamientos o descubrimientos sin orden dada por el rey, así que, no teniendo Montemayor la autorización real, la llamada fundación es apócrifa, incluso el repoblamiento lo es, pues eso sólo lo podía ordenar el gobernador y en ese caso no existía debido a que Carvajal de la Cueva «murió de tristeza» en la prisión donde lo recluyó el virrey por diferendos políticos.

Tampoco denominó, si así fuera el caso, metropolitana a la ciudad porque imaginara su grandeza, nooo, eso es leyenda, romántica, pero leyenda. Lo hizo porque según se establece en la ordenanza 43 de Felipe II, las poblaciones creadas en fundaciones, pacificaciones o descubrimientos deberían ser entre uno de tres tipos: ciudades, villas o lugares. Si fueran ciudades estas podrían ser denominadas metropolitanas, también diocesanas o sufraganas (son similares éstas últimas).

La diferencia estriba en el número de personas a ocupar un cargo en la burocracia gubernamental, las metropolitanas tenían derecho a más funcionarios que las diocesanas o sufraganas. Ese es el motivo de ser metropolitana, no que alguien imaginara el desarrollo de la ciudad.

Otro requisito para las poblaciones establecidas lejos del mar es que se hicieran donde hubiera agua, pero no tanta que formara pantanos, tampoco en zonas elevadas con vientos recios.

El valle de Extremadura, como denominó el gobernador fundador a la actual metrópoli regia, reunía los requisitos exigidos por las ordenanzas, salvo que no consideraron que el territorio era vulnerable al agua, a la poca o mucha de ésta.

Las sequías han sido recurrentes, al respecto Héctor Jaime Treviño publica recientemente un libro que habla de las sequías en Nuevo León. También hay evidencias de las grandes inundaciones desde principios del Siglo XVII, tal es el caso que los archivos de Monterrey fueron dañados por una inundación y la llamada acta debió ser reescrita en tiempos por el segundo gobernador con capitulación de Nuevo León, Martín de Zavala, en 1638.

La historia de Monterrey debe ser revisada porque ayudaría a explicar muchas cosas del presente, incluso a entender que las sequías e inundaciones son históricas.

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