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Los monumentos históricos en Monterrey

Un monumento es histórico por su antigüedad, por su diseño, por su cualidad arquitectónica o por lo que representa…

Publicado originalmente en la revista Construye. Revista Construye edición noreste diciembre 2023 by Revista Construye – Issuu

México se enlista entre las naciones con mayor riqueza arquitectónica en el mundo, la tiene en las etapas precolonial e hispánica. Su principal presencia la encontramos en el centro y sur del país, sin embargo, el noreste mexicano y Nuevo León en especial, también poseen monumentos dignos de preservar por su valor.

Un monumento es histórico por su antigüedad, por su diseño, por su cualidad arquitectónica o por lo que representa para una sociedad en algún tiempo y espacio.

Conforme a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos, son arqueológicos los edificados antes del siglo XVI y monumentos como tal, los inmuebles religiosos, educativos, de gobierno y otros, los construidos entre los siglos XVI y XIX.

Es pertinente aclarar que también puede haber monumentos inmuebles como los documentos históricos, pero nosotros daremos el tratamiento de monumento a las edificaciones, sean de manufactura prehispánica o hispánica, incluso posteriores al siglo XIX pero que por su valor arquitectónico o histórico, merecen la denominación de monumento.

Nuevo León no cuenta con grandes vestigios prehispánicos considerables como monumentos, esto debido a que los pueblos eran fundamentalmente cazadores, recolectores y pescadores, por tal su estilo de vida era nómada dentro de una región, en consecuencia, sus viviendas eran poco perenes, elaboradas con ramas, carrizos, lodo y otros elementos poco perdurables.

Aunque recientes descubrimientos de la investigadora Araceli Rivera del INAH-NL, han demostrado la existencia de construcciones en territorio nuevoleonés de tiempos previos al arribo de los españoles al continente (1519), estos no compiten en majestuosidad con las edificaciones olmecas, mayas, teotihuacanas o aztecas, por citar algunas.

En Nuevo León y en particular en Monterrey se cuenta con algunas edificaciones que reúnen las características de monumentos arquitectónicos. La más emblemática la tenemos en El Obispado, sitio construido entre 1787-1788 para albergar al obispo José Rafael Verger, es el único inmueble totalmente construido durante el virreinato que sigue en pie.

Con mayor antigüedad pero sin el reconocimiento como monumento histórico se cuenta con La Catedral de Monterrey, situada en la calle de Zuazua cruz con Hidalgo. El inicio de su construcción se remonta a tiempos del gobernador Martín de Zavala en 1663, un año antes de su muerte. Fue él quien estableció que en ese sitio se edificaría la parroquia que no pudo ver su fin sino hasta inicios del siglo XX.

La construcción tardaría poco más de cien años. Es hasta 1791 que se constituyen las tres naves que hoy la conforman, pero su fachada se completaría durante el año de1800. El campanario se construye entre 1891 y 1899 por lo que sus trabajos arquitectónicos alcanzan el siglo XX.

En la zona conocida como el Barrio Antiguo, llamada así por ser la parte de la ciudad donde se asentaron las familias durante la colonia y el siglo XIX, se ubica la conocida como Casa del Campesino. Inmueble que abarca una manzana y es considerado como la edificación más antigua de la ciudad de uso civil, no religioso.

Su construcción corresponde al siglo XVIII, entre los años 1717 y 1725. Fue hogar de algunos gobernadores y en el tiempo comprendido durante la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del siglo XIX fue utilizada como el hospital de Nuestra Señora del Rosario, sitio donde atendió enfermos el doctor José Eleuterio González (Gonzalitos).

En 1936 es confiscada por el gobierno federal y en 1993 se destina una fracción del inmueble como museo de las culturas populares. Actualmente comparte sus espacios con la Confederación Nacional de Campesinos, el museo y algunas organizaciones de la sociedad civil.

Se cuenta con otros inmuebles como la Capilla de los Dulces Nombres, edificada en 1830 en el corazón de la antigua ciudad de Monterrey, que en nuestra época corresponde al cruce de las calles Zuazua y Matamoros.

Sin estar dentro de las fechas que la ley enmarca para los monumentos históricos, se cuenta con el Arco de la Independencia, ubicado en el cruce emblemático de las calles Francisco I. Madero y José Ma. Pino Suárez.

Fue mandado edificar por el gobernador Bernardo Reyes quien no pudo inaugurarlo debido al exilio que le aplica el dictador Porfirio Díaz, primero y luego a causa de su activismo antimaderista que deriva en su encierro en la prisión de Santiago de Tlatelolco desde donde se fuga para encaminarse a su muerte al inicio de la decena trágica el 9 de febrero de 1913.

Agreguemos el antiguo palacio de gobierno, hoy Museo Metropolitano de Monterrey situado en el cruce de Zaragoza y Corregidora. Como se puede notar, en un perímetro de unas cuantas cuadras se sitúan los inmuebles considerados como monumentos históricos (aunque la ley no les contemple como tal). Esto se explica al reflexionar que la ciudad tuvo la superficie de unas cuantas cuadras de norte a sur y de oriente a poniente hasta las primeras décadas del siglo XX.

El terreno del Museo y sus áreas aledañas fueron seleccionados por Diego de Montemayor a inicios del siglo XVII. El inmueble inició su construcción en tiempos de Martín de Zavala en 1653, sin embargo, la obra se irá desarrollando por etapas muy lentas o pausadas, tanto que el segundo piso se edifica en 1853 y la totalidad de la obra se concluye 1887, en la etapa cuando inicia el desarrollo económico de la ciudad y la entidad.

La historia de los pueblos se lee en su arquitectura y los monumentos referidos dan cuenta de cómo Monterrey y la entidad, tuvieron poco desarrollo económico hasta mediados del siglo XIX cuando comienza el crecimiento de la pujante ciudad metropolitana de Monterrey, orgullo nuevoleonés.

Son las construcciones un excelente medio para comprender el desarrollo cultural, económico, político y social de una sociedad pues en ella se plasma la grandeza, estabilidad, continuidad y crecimiento de la población. Es el caso que se puede distinguir en Monterrey antes de la segunda mitad del siglo XIX y a partir de este momento hacia el presente.

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