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La estrategia del mago

Defino a la estrategia comunicativa como “la estrategia del mago”, es decir, hace lo que esperamos ver y por consiguiente el cerebro es receptivo a creer lo que está percibiendo.

El presidente López Obrador tiene la misión de transformar al sistema político, lograrlo requiere reingeniería en la administración pública, cambiar el régimen democrático y aplicar la justicia a quienes pudrieron el sistema.

Se aproxima a los primeros cien días de gobierno y sus mensajes comunicativos no son claros, son ambiguos y esto terminará por afectar su imagen.

El tema de las mañaneras (ruedas de prensa diarias y matutinas) es motivo de estudio, según las encuestas AMLO ha crecido en aceptación en el tramo que lleva gobernando.

Para quienes nos dedicamos al análisis político, el estudio de la cosa pública y la observación de la comunicación política, es notorio que el rumbo no es preciso -al menos eso comunica la presidencia-, sin embargo, los síntomas del estudio clínico no corresponden a los análisis de laboratorio, llámense encuestas.

El presidente crece en simpatías al develar la purulencia que se presume existe en las dependencias del gobierno federal, no necesita demostrar la corrupción o robos porque solamente está diciendo lo que muchos asumen como verdad.

Defino a la estrategia comunicativa como “la estrategia del mago”, es decir, hace lo que esperamos ver y por consiguiente el cerebro es receptivo a creer lo que está percibiendo.

La estrategia del mago es desaparecer lo que ya esperamos dejar de ver, cuando cubre un objeto con el manto, de inmediato los espectadores asumimos que lo va a desaparecer o al menos, dejaremos de verlo, lo mismo cuando vuelve a colocar el manto en otro lugar, ya esperamos ver su aparición, esto facilita el trabajo, el público espera “la magia”.

AMLO aplica “la estrategia del mago” un día dice que hay guachicoleo de cuello blanco, la gente no lo cree, ya lo presupone. Repetidamente en un par de lustros, se ha dicho que hay cómplices dentro de Pemex, así que el presidente sólo puso el manto y el cerebro hizo lo demás, vemos lo que el cerebro ya sabía.

Hubo desabasto por las estrategias, él explica que es la resistencia de las mafias del guachicol, otro día exhibe al sindicato como parte de la mafia, uno más da nombres de empresarios de la gasolina, el cerebro ya está preparado para el acto de magia, así que el desabasto terminará al controlar a esas mafias.

La CFE y otras dependencias son buenos ejemplos de cómo se ha aplicado la estrategia del mago en la comunicación. Pero, como a todos los magos, de tanto repetir el acto, terminan por ser descubiertos y caer en el desencanto.

El epicentro de los temas es el guachicol, una explosión mediática y al final, nada. Pasaron semanas de cuando empezó la crisis del desabasto y salvo los muertos en Hidalgo, nadie ha sido implicado y sancionado públicamente en el robo del combustible.

No hay funcionarios con nivel mediático implicados, como si todo lo orquestaron funcionarios menores vivales y directivos negligentes, incompetentes o ingenuos, por decir lo menos; en cualquiera de los casos, son culpables por guachicoleo o por ingenuos, los directivos son responsables ante la inoperancia contra el robo del combustible, pero nada, todo inicia y termina en las mañaneras. Sólo un manto, una buena distracción y el acto reaparece en otro lado del escenario -bueno, con otro tema por la mañana-.

Las mañaneras son innovadoras a nivel presidencial, pero soy convencido que su efecto dejará pronto de ser positivo.

El mago de tanto repetir el acto puede cansar y ya no funcionar la comunicación presidencial. Para los medios va dejando de ser informativa la conferencia matutina, las conferencias generan más ruido que información y sirven para generar distracción, se le descubre el truco al mago y su acto deja de ser noticioso.

No hay seguimiento a los grandes golpes, hay mínima información sobre el rumbo del gobierno, el abasto de la gasolina roja sigue a medias y no hay información sobre los ductos, las pipas, los avances del combate y los culpables que pagarán.

Hasta en las novelas el desenlace debe ser contundente o el final se vuelve un fracaso de producción, por eso siempre en las novelas hay enjaulados en manicomios y encarcelados sufriendo.

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