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Pancho Villa rumbo a 140 años de vida

Texto publicado originalmente en la Fan Page del Archivo Histórico de Monterrey el 27 de noviembre del 2017.

La historiografía de la Revolución Mexicana se construye por estudios e investigaciones de sucesos anecdóticos, biografías de caudillos, la historia política durante el proceso y su desenlace y por el impacto social que tuvo el movimiento en sí mismo, aunque estos enfoques no son exclusivos para el quehacer historiográfico de esta etapa en la vida de México.
Uno de esos caudillos historiados y del que aún falta mucho por estudiar es sin duda Doroteo Arango, conocido en la Historia nacional como Francisco -Pancho- Villa. Su estudio ha dado origen a litros de tinta plasmada a favor o en contra del revolucionario nacido en San Juan del Río, Durango un 5 de junio de 1878.
Es de esos personajes disruptivos que lo mismo aglutina pasiones a favor que lo idealizan, que despierta fobias dispuestas a describir a un demonio bíblico. Ni uno, ni otro, o quizá sea mejor decir que es ambas personalidades, el santo del pueblo que en su Fe cotidiana lo inmortaliza y el demonio que sus detractores retratan.
En lo particular prefiero ver al hombre cargado de filias y fobias, de virtudes y defectos; un hombre del momento con el perfil requerido para liderar un movimiento armado y encabezarlo recurrentemente. Una personalidad recia como la de cualquier líder o estratega que debe tomar decisiones de vida o muerte.
Caudillo de la Revolución Mexicana, el jefe militar que acompañó a Francisco I. Madero en la etapa de los cimientos democráticos del México moderno. Un personaje a quien se le ha visto más desde las pasiones que desde el estudio objetivo y racional.
En ese contexto, creo que Friedrich Katz ha escrito la mejor biografía de Pancho Villa, dicho esto por su objetividad e imparcialidad, así como la confiabilidad de sus fuentes y relatos.
Estamos en el umbral del aniversario 140 años del natalicio del Jefe de la División del Norte, del Líder de los Dorados, del General que combatió junto a Madero, que desafió a Madero, que acompañó a Venustiano Carranza y que se enfrentó a los carrancistas, ese es Villa, un hombre que antepuso sus ideas a sus razones, o quizá sea que sus razones eran discordantes con la visión de México que tenían sus compañeros de lucha en la Revolución.
Falta mucho por escribir de Villa, del político, del estadista, del funcionario público que tuvo una visión clara y precisa de lo que debe ser el ejercicio del gobierno.
Debemos escribir más del pensamiento político de Pancho Villa, sobre su convicción democrática, la visión de un casi analfabeta, de un hombre de su época sin estudios académicos, pero con mucho de eso que en política se llama “sensibilidad política”.
En unos meses, en junio alcanzaremos el centésimo cuadragésimo aniversario de vida del Centauro del Norte. Preguntarán por qué hablar en presente; la razón estriba en que, dentro del imaginario colectivo popular de los mexicanos, Pancho Villa está vivo, como personaje, como héroe, incluso como un ser al que se le reza y se le invoca.
En lo personal creo que hablar de Villa vivo es reconocer que pocos personajes de la Historia nacional alcanzan a permanecer presentes, ya sea porque sus detractores no le dan sosiego o porque los villistas de nuestra época le anhelan cual ser mítico.

Referencias fotos:

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/villa.htmhttps://culturacolectiva.com/historia/8-cosas-de-pancho-villa-que-ni-siquiera-imaginabas/
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