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El tratado McLane-Ocampo

El tratado McLane-Ocampo es referido con frecuencia para denostar el nacionalismo patriótico de Benito Juárez, se le acusa por firmar un acuerdo con EUA en el cual cede espacio en el istmo de Tehuantepec para que se construya una ruta de paso entre los océanos Pacífico y Atlántico.

Todo tratado, acuerdo o convenio entre partes tiene su origen en la negociación, ésta sólo existe entre iguales, si por algún momento hay sometimiento o superioridad por una de las partes, deja de ser negociación y se convierte en imposición del fuerte sobre el débil.

Esto ha ocurrido con México a través de su historia, nuestros mandatarios “negocian” con frecuencia en condición desigual y terminan sujetados a la voluntad de EUA, el vecino poderoso.

En el caso que nos ocupa había condiciones de iguales porque ambos presidentes enfrentaban la división interna que provocó revoluciones fratricidas, EUA previo a la guerra de secesión y México con la reforma y la posterior conquista francesa con la imposición de Maximiliano de Habsburgo.

Justo Sierra en su libro “Juárez, su obra y su tiempo” acusa de indefendible al tratado McLane-Ocampo, sin embargo, Agustín Cue Canovas, (1959), en su obra “El Tratado Mc Lane-Ocampo, Juárez, los Estados Unidos y Europa” presenta defensa al acuerdo concretado y refleja al Benemérito como un audaz diplomático.

El tratado se firma el 14 de diciembre de 1859, Melchor Ocampo por México y Robert McLane de EUA, sucede en el preludio de las reformas estratégicas a la Constitución de 1857 y el inicio a la “guerra de los tres años” que tan maltratado deja al gobierno y a los liberales de la época.

Entre sus puntos centrales, señala Cue Canovas: “concedía a los Estados Unidos derechos de paso entre uno y otro océano y al través del istmo de Tehuantepec, por cualquier camino que actualmente exista o existiese en lo sucesivo”; ambos países se beneficiarían de las rutas y la seguridad sería responsabilidad de ambas naciones.

Frente al embate de los monarquistas mexicanos y la fragilidad del país ante las monarquías europeas, la alianza con EUA resulta la mejor oferta, incluso la construcción de una ruta utilizable por ambas naciones, se percibe como un ganar-ganar, donde México tiene uso libre de los caminos construidos por EUA.

La estrategia tiene dos ópticas, la de los nacionalistas radicales quienes ven un atentado a la soberanía y la de los liberales quienes advierten una forma de encontrar alianzas para blindar al país, a la vez que se fortalece el comercio entre ambos océanos, nada que no hubiera existido, recordemos que la economía novohispana dependía del traslado entre mercancías que pasaban de un océano a otro, así las especies asiáticas llegaban a Europa y los productos europeos a Filipinas y otros sitios.

El tratado concedía libre tránsito a los norteamericanos “cerca del grado 111 oeste de longitud de Greenwich”; igual incluía productos libres de derechos (aranceles), así como “la introducción de productos de una a otra de las dos repúblicas”, ésta se haría por los puntos que los gobiernos señalasen. En lo general se asemeja a un tratado de libre comercio, obvio, en el siglo XIX, eso espantaba a los radicales nacionalistas y a los monarquistas.

Tampoco es un tratado innovador, existen antecedentes de varios intentos previos según relata Cue Canovas en su libro. No hizo un favor el senado de EUA al negar el tratado, con los antecedentes existentes, para ellos fue una derrota frente a México y el juarismo pues sólo consiguieron libre tránsito cuando ellos querían la cesión de territorios

Imagen tomada del twitter de Patricia Galeana.

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