Vuelve al ojo del huracán la educación. AMLO propone una reforma educativa que derogue la reforma laboral magisterial disfrazada de educativa del sexenio peñanietista. Los fundamentos expuestos tienen que ver con educación más que represión al magisterio.
La diferencia entre la reforma de EPN con sus antecesores es que, desde la realizada por Carlos Salinas, todas habían sido más cosméticas que transformadoras, la de EPN fue una reforma destructiva para los docentes y cosmética en lo educativo, con la de AMLO se busca la paz laboral y estabilidad profesional robada a los profes, no parece traer cambios de fondo en cuanto al perfil del mexicano que se busca formar.
La propuesta del amloismo es de reconciliación con los maestros.
Para muchos significa echar atrás la reforma de Enrique Peña Nieto (EPN), en estricto apego sería la onceava reforma al artículo 3° constitucional en 101 años de vigencia. Es una reforma a lo establecido, que derogará lo vigente al momento de ser aprobada por las dos cámaras y al menos 17 estados. Lo mismo que fue la anterior respecto a la de Calderón y la de éste con Fox.
El discurso de presentación a la reforma educativa 4T tiene palabras claves para entender que se busca transitar por la paz laboral con los docentes. Esteban Moctezuma, Secretario de Educación, en su mensaje de presentación a la iniciativa habla de “la revaloración del magisterio” donde “se reconoce por primera vez al docente como agente de cambio y se garantiza su desempeño a través de un nuevo Servicio de Carrera Profesional del magisterio”.
Lo anterior no es ajeno a los profes; la revaloración social ha sido bandera desde hace 3 o 4 sexenios.
Hay que conocer cuáles son las propuestas del servicio profesional de carrera propuesto, pues volvemos a remitir a la reforma de Salinas de Gortari. Ya en ella se habla de revaloración del magisterio y de la carrera profesional docente.
Tampoco es nuevo que, la niñez sea “el punto focal de la educación”; desde la aparición del enfoque constructivista de la educación en el modelo educativo mexicano se habla de aprendizaje y no de enseñanza, es decir, la educación basada en el alumno y no en el docente, donde es más importante el proceso de aprendizaje del menor que el proceso de enseñanza del docente.
Un elemento a resaltar es el fortalecimiento del normalismo. La iniciativa de AMLO establece que pondrán “atención prioritaria a las escuelas normales e instituciones de educación superior que brindan formación docente”, según se lee en el portal de la presidencia de la República.
Lo anterior aporta a la concordia del gremio magisterial con la autoridad educativa pues la reforma de EPN, pretendía destruir al normalismo, favorecía la inclusión de profesionistas ajenos a las carreras afines a la educación en el servicio docente de educación básica. Algo absurdo pues se habla de que los menores son lo más importante y luego se les coloca de profe a un profesional sin formación inicial que le brinde en su preparación, elementos de didáctica, pedagogía o psicología infantil, entre otras herramientas del perfil profesional docente.
La iniciativa “introduce la visión regional que promoverá la formulación de contenidos y políticas diferenciadas”. Agrega que “un país pluriétnico y pluricultural como México, debe tener una política educativa diferenciada y permitir a las regiones expresarse a través del sistema educativo”.
Esta regionalización de la educación es un reconocimiento a lo dicho por los docentes y un metamensaje a los miembros de la CNTE que los desarma en cuanto a su lucha laboral.
De la reforma peñanietista podemos decir que tuvo sus alcances. Dividió al país en buenos y profes, y aterrorizó al magisterio como no sucedía en décadas.
El gran aporte de la reforma del priista fue incluir el concepto de la educación socioemocional como fundamento o eje transversal del proceso educativo, ojalá esto permanezca pues se desprende del reconocimiento de que los planes educativos no preparan al menor a la realidad cotidiana.
Esperemos a ver cómo viene la reforma 4T.