México como la mayoría de los países en América está formado por inmigrantes. El intercambio cultural, económico y social que resulta en la mezcla de nacionalidades enriquece la sociedad, sin embargo, no todas las migraciones son vistas por igual.
Actualmente la migración de caribeños, centro y sudamericanos se ha convertido en asunto de seguridad nacional, salud pública y derechos humanos, al menos.
¿Qué es lo correcto por hacer? Difícil asumir un posicionamiento, sea a favor o contra la migración masiva de indocumentados, cualquier respuesta tiene adeptos y detractores, es correcta e incorrecta a la vez.
Días atrás en la CdMx unos vecinos se quejaban por la presencia de indocumentados acampando en sus zonas habitacionales, tienen razón frente a los peligros por inseguridad, contagios, daño a la infraestructura urbana y afectaciones a la circulación de los habitantes. En contraparte, quien puede decir que esos cientos de mujeres, niños y hombres no merecen la compasión y solidaridad de los mexicanos.
Conozco migrantes venezolanos quienes debieron abandonar su país, su familia, hogar, sueños y patrimonio para penar en busca de suelo mexicano. Cruzaron la selva en América Latina, atravesar Centroamérica y finalmente arribaron a una nación que por momentos se presenta hostil, eso no es sencillo.
Dos jóvenes mujeres y luego sus padres salieron de Venezuela ante la imposibilidad de sobrevivir en aquella nación. No lo leí, lo escuché en palabras desgarradoras por una de ellas quien hoy se integra a la regia metrópoli en busca de ser aceptada en su nuevo hogar. ¿Cómo no tener empatía?
Conocí la labor asistencial que realiza la casa Indi en el barrio de la iglesia María Goretti donde habitan niños, mujeres y hombres hacinados, con hambre, padeciendo la inclemencia del clima y a quienes llevarles un pedazo de pan se convierte en el alimento de todo el día. Eso quiebra al más férreo.
Todas las edades, sexos y anteriormente estratos sociales, hoy son víctimas en México, sea por la corrupción que les arrebata su dinero, la delincuencia que les esclaviza dentro de la prostitución o actividades delictivas, el desprecio de una sociedad que se siente invadida o por la indiferencia de quienes los ven con desprecio, desconfianza o como invasores.
México es un pueblo de migrantes, migraban los pueblos prehispánicos entre ellos, el mejor ejemplo es “la Malinche” quien, siendo nativa de un pueblo náhuatl es vendida a otro maya y finalmente entregada a los españoles en las costas del Golfo de México.
Llegan los conquistadores y con ellos la migración de portugueses, sefarditas como los fundadores de Nuevo León, españoles, descendientes de árabes, franceses, ingleses, italianos y otras nacionalidades europeas, pero también africanos y asiáticos.
El mestizaje es tal que se forman castas donde se diferencia a la gente por su origen étnico. Más tarde se sumarán los norteamericanos como pueblo migrante con arraigo en México.
Según datos del 2020, en el país habitan casi 800 mil estadounidenses, más de 50 mil guatemaltecos, venezolanos o colombianos. Además de casi 21 mil españoles, 9 mil franceses y 7 mil alemanes, junto a la extensa migración de haitianos, coreanos y japoneses, entre otras nacionalidades.
El instituto nacional de migración señala que hay más de 147 mil migrantes indocumentados en el país, la mayoría buscando el sueño americano, pero algunos de ellos, ya construyendo su sueño mexicano.
Somos una nación de migrantes, urgen políticas públicas que atiendan este fenómeno porque no hay receta preconcebida que valga.