El martes publicamos en Política e Historia sobre la crisis en la educación por el bicho. Recibimos comentarios de «profes» avalando lo escrito, faltó analizar a fondo el rol del docente y su práctica educativa.
Los maestros en servicio no recibieron en su formación inicial profesional educación en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, la razón es sencilla, los planes y programas de estudio en las normales y otras formadoras de docentes no los contemplan.
Hace 15 años no existían las redes sociales y los sitios web eran estáticos, meramente informativos, con el Messenger primero, luego YouTube, Facebook y Twitter; se formalizó la carrera de las TIC y el uso masivo de las redes sociales.
Se innovaron desarrollos informáticos, primero para equipos de cómputo y luego para los teléfonos inteligentes; es más fácil tomar foto o video con el celular que con una cámara, con una aplicación de libre uso se puede editar, rediseñar y mucho más.
Todo evolucionó, Google se convirtió en el «tumba burros» y Youtube el instructor para todo en la actual generación.
En contraparte, los «profes» son los mismos de hace 15 años cuando nada de los avances tecnológicos citados existía.
Los «profes» con 25 o más años de antigüedad se formaron en tiempos donde la máquina de escribir y los esténciles para mimeógrafo eran el equipo de impresión en la escuela.
Aquellos con menos de 20 años en servicio nacieron profesionalmente con la PC que sustituye la máquina de escribir y hace algo más. Manejar los paquetes básicos de Office –Word, Excel y PowerPoint– es una proeza; pedir el dominio de Publisher, Access y otros de esa paquetería es exigir mucho.
El uso de Photoshop, Corel u otro para edición de audio y video son casi prohibidos para la generalidad del profesorado.
No son culpables de su analfabetismo tecnológico, la autoridad educativa: la SEP, se ha concretado a seguir «capacitándolos» en corrientes pedagógicas, modelos educativos, innovación para el nombre que ahora se le asigna a la planeación del docente y más contenidos de su formación cognitiva, pero nada de su formación en herramientas didácticas innovadoras.
México en el Siglo XXI demanda «profes» con habilidades tecnológicas, competencias en TIC y más herramientas de educación virtual.
Los «profes» no dominan las herramientas tecnológicas y menos dimensionan su uso como herramienta didáctica. Las escuelas –en su mayoría– no cuentan con proyectores ni computadoras, ni pensar en Internet y programas para uso didáctico.
Pocos docentes usan aplicaciones como Canva, Genially, Hot Potato, Powtoon, Doodly y otras para elaborar materiales didácticos virtuales interactivos; las escuelas no tienen un sitio web oficial para interactuar como comunidad educativa.
No se les puede exigir saberlo; las licencias de esas aplicaciones tienen un costo y la SEP no les brinda el recurso, sus computadoras difícilmente tienen la tecnología para esas aplicaciones, pues no son de reciente generación, el sueldo no alcanza para un equipo de $25,000 a $50,000 pesos.
El gobierno, el patrón, debería proporcionar la herramienta laboral a los «profes» y dotarlos de internet con buena capacidad si quieren que en sus casas hagan materiales didácticos, pero no, el «profe» debe pagar sus herramientas, su Internet y sus aplicaciones.
En esta crisis provocada por el bicho; es imposible exigir se profesionalicen para la educación de la nueva realidad que exige docentes con habilidades tecnológicas de vanguardia.
Así enfrentaremos la otra crisis, la de educación.