En la política nacional, hasta hace unas décadas, las reacciones de los políticos eran predecibles, la opinión pública se enteraba por los medios sobre los movimientos de gobernantes y políticos.
En el lenguaje político siempre hubo un metadiscurso, éste permitía inferir las jugadas a mover por parte de gobernantes, partidos o políticos quienes aspiraban a aparecer en una boleta electoral, algunas cosas no han cambiado, otras son actualmente indescifrables.
El presidente López Obrador, hace unos días reaccionó al entorno político de una manera poco ortodoxa pero muy evidente.
Cumple cinco semanas el arraigo profiláctico desde cuando inició, la economía se paralizó paulatinamente, el primer caso de contagio importado desde Europa se confirma el 27 de febrero, casi 3 meses después a su inicio en China.
El miércoles 11 de marzo se confirma el primer caso de contagio en Nuevo León, también importado del extranjero, para el sábado 14 de marzo, la Universidad Autónoma decreta paro de labores académicas a partir del lunes 16 de ese mes.
Es importante recordar las fechas porque, mientras el sector salud y organismos internacionales proponen medidas extremas frente la pandemia, el presidente emprende una ruta contradictoria, políticamente incorrecta.
Fueron semanas de rebeldía, de infantilismos por parte de López (Gatell, el curandero con título de médico), quien asegura: la fuerza moral y los escapularios bastan para vacunar al presidente del contagio.
Todo, luego de un mes previo con desgaste por falta de directrices en la atención a la salud, mal manejo en los medicamentos para enfermos con cáncer y otras pifias en ese ámbito.
Las consecuencias se reflejaron en encuestas, pierde el gobierno federal entre 12 y 18 puntos porcentuales en menos de tres meses. Una caída permanente y continua.
Los estrategas del gobierno recomiendan lo lógico: regresar a zonas de fortaleza y desde ahí, recuperar sitios en las preferencias.
El presidente advierte que enviará la iniciativa de reforma constitucional al Congreso para modificar la fecha cuando se vote una posible revocación de mandato a su sexenio.
Meses atrás, la intención fue «botada» en el Senado, la oposición jugó en beneficio de la democracia, contuvieron la embestida electoral fraguada desde palacio nacional.
AMLO tiene entre 42 y 48 puntos de aceptación, aunque es lo más bajo en su historia como mandatario, es 2.5 veces mejor a su partido –Morena-. Entiende que en números similares al PAN, su estrategia de dividir al país en «buenos y malos» se puede revertir.
La población antagónica al mandatario puede votar en masa por el PAN en el 2021 y con ello asestar un golpe electoral a Morena, al presidente, su proyecto y sobre todo, a la imagen del mandatario como electoralmente intocable.
El PRI y algunos de la chiquillada servirían para alianzas estratégicas, con la dificultad que no se darían monolíticamente sino por estados, zonas o regiones; peligra el proyecto de la mayoría en San Lázaro luego de la elección 2021.
La jugada presidencial fue apostar su resto y al mismo tiempo crear una cortina de humo frente a la inminente afectación durante las siguientes semanas a la imagen presidencial por las consecuencias del dictador llamado COVID-19.
Reaccionó políticamente correcto el presidente, su propuesta es predecible, también porqué la lanza, cómo la quiere empujar y cómo pretende obtener en el Senado los votos para su logro.
En San Lázaro tiene la mayoría con sus morenos y aliados, en el Senado necesita mercenarios, legisladores dispuestos a votar por su iniciativa; con un operador como Ricardo Monreal, eso es viable.
Gobiernos estatales y potenciales candidatos a gobernador necesitarán recursos luego de septiembre cuando inicie el año electoral, por ahí puede estar la respuesta sobre cómo conseguir votos para que aparezca su rostro en la boleta de junio del año entrante. ¿Serán capaces los senadores de oposición de traicionar a la democracia?, pienso igual a Usted.
AMLO quiere concretar su idea de nación, para ello requiere implantar su ideología, para instaurarla necesita tener control del poder y para esto requiere leyes tipo traje sastre.
La reacción del gobierno federal fue políticamente predecible, le impactaron los números, sabe son reales y por ello apuesta a ganar donde tiene fortalezas.
El futuro de la democracia puede pender de un hilo en la cámara de senadores. ¿Resistirá el cordel?