Recién superamos los 100 días de la llegada del coronavirus a México, virus que ha traído consecuencias catastróficas para algunas familias, principalmente aquellas que con esfuerzo y dedicación, han logrado construir patrimonio.
Semanas y meses han transcurrido de tan peculiar forma de vida que hoy en día todos y nadie tienen la culpa, vaya, existe incluso quienes piensan en teorías conspirativas de un nuevo orden mundial ¿qué dijo? Así es, tal es la incertidumbre que pareciera no existir pies y cabeza de un virus que lo creamos o no, llegó para quedarse.
Apartado de estadísticas y conteos tradicionales que ya se han vuelto más un reto que información preventiva, lo cierto es que familias enteras hoy sufren al adaptarse a la nueva normalidad, pues los afortunados que pueden quedarse en casa tomando las medidas recomendadas, han encontrado otro tipo de problemas que en el diario no se tenían.
Quienes han encontrado escenario de ayuda y caridad, son gobiernos que de buena voluntad le echan la mano a su pueblo desde un trapo de limpieza hasta microcréditos para soportar el declive económico que tenemos de frente.
Quienes siguen marginados por la falta de material e infraestructura, con salarios que apenas dan sustento para sus vidas, son el personal que labora en hospitales, (desde médicos hasta su personal de intendencia) pues con medidas improvisadas han podido enfrentar la crisis de salubridad a costa de sus vidas. Para ellos el reconocimiento a su grandeza y dedicación.
La nueva normalidad en el mundo a trazado caminos que como sociedad avanzada no logramos contener, no a tiempo, y esto mucho tiene que ver con decisiones de quienes tienen el poder, poder para ser prudente.
La nostalgia del ayer nos recuerda aquellos momentos donde convivimos y nos abrazamos todos, donde una simple carne asada se transformaba en una trasnochada con karaoke, cerveza y vino, donde entrabas a casa del amigo y vaciabas su refrigerador, donde familias paseaban en el parque divirtiéndose a lo grande.
El 2020 nos está dejando tragos de sabores, pues el poder de decidir lo tienen quienes hoy sobreviven a la crisis, quizás la manipulación de datos maquille opiniones, quizás habrá quienes continúen viviendo con normalidad, otros más ya no podrán acompañarnos por su incredulidad o por su necesidad.
La reflexión es mirar detalladamente el 2020 para conducirnos mejor en 2021, la prudencia debe ser nuestra aliada y la nostalgia, nuestra estrella soñada.