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Los valientes no asesinan

El 17 de septiembre del mismo año 1973 ejecutan el secuestro de don Eugenio Garza Sada; con el fatal desenlace en la muerte del empresario.

Hoy es 23 de septiembre, nombre con el cual se conoció a la guerrilla de principios en los 70´s del siglo XX. Este movimiento social no nace por generación espontánea, si debemos remontar al pasado, el movimiento del 68 es el caldo de cultivo que germinó diversos grupos guerrilleros o revolucionarios, como se definían.

El origen de la LC23 (liga guerrillera 23 de septiembre) se remonta a la federación de estudiantes revolucionarios, a un grupo denominado los Vikingos y otros movimientos más, según explican Gamiño y Toledo en su artículo “El origen de la liga comunista 23 de septiembre” (http://www.scielo.org.mx/pdf/espiral/v18n52/v18n52a1.pdf.

Fundada el 15 de marzo de 1973 es el resultado de la integración de “Jóvenes de las ciudades de Monterrey, Guadalajara, Sonora, Sinaloa y del Distrito Federal argumentaron que, de acuerdo con los procesos vividos nacionalmente y con las fallas evaluativas realizadas por los movimientos a favor de la democratización estudiantil, se debían proponer y trazar nuevos marcos de acción y nuevas transacciones-negociaciones.

La fusión de identidades y las transacciones, ante el amplio mosaico ideológico, facilitaron la consolidación de un nuevo frente político-militar contencioso, llamado Liga Comunista 23 de septiembre en 1973 en Guadalajara, el cual operaría nacionalmente”. (Ibidem).

El 17 de septiembre del mismo año 1973 ejecutan el secuestro de don Eugenio Garza Sada; con el fatal desenlace en la muerte del empresario.

Hoy, gracias a las erráticas expresiones de Pedro Salmerón, definiendo como “valientes” a los secuestradores fallidos de don Eugenio y miembros de la LC23, se revive el debate sin el contexto de los hechos.

En 1972, otro grupo de guerrilleros personificó la masacre de los Condominios Constitución en Monterrey, fue un 17 de enero entre las 19:30 y 23:00 horas, según recuerdo.

Lo que a continuación narraré es testimonio que bien entra como fuente de la Historia del Tiempo Presente, la Historia Oral o la Crónica Histórica; dado que han transcurrido al menos 4 décadas de aquel suceso, mi testimonio es solo memoria personal, no memoria histórica o una verdad incuestionable con relación a los acontecimientos.

Por aquel tiempo mi madre trabajaba en el Hospital de Zona del IMSS, cubría el turno vespertino y salía a las 21:00 horas de su trabajo, por lo que en casa quedábamos solos mi hermano de 11 años, yo de 6 y una hermana de 2; la programación televisiva, en horario de 20:00 a 22:00 horas, exhibía programas como Los comandos de Garrison, El gran chaparral, Manix (después del gran chaparral), Hawai 5.0 y otros que esperaba semanalmente con interés.

Esa noche, como las anteriores, quedamos en casa los tres hermanos, vivíamos en el edificio 11 departamento 3 de los citados Condominios Constitución. A espalda del departamento se formaba uno de los “cuadros” (como llamábamos a las plazas), el cual tenía en la pared sur al edificio 11, al norte el edificio 13 y detrás de él a un costado, el edificio 7, al oriente el edificio 12 y un jardín muy arbolado entre los edificios 11 y 12, al poniente el edificio 6.

La banqueta poniente de ese cuadro iniciaba en la calle Constitución y terminaba en una apertura de la entrada al edificio 7, justo en donde fue la balacera.

Se oían los balazos en la televisión, pero luego se escucharon intensos como cohetes en el cuadro, me asomo por la ventana y veo a oficiales cubriéndose en los pequeños árboles del cuadro, en las entradas del edificio 6 y la pared del edificio 12, disparaban sus armas a la par que recibían disparos.

Mis padres fueron retenidos por espacio de una hora en la esquina de Constitución y el edificio 6, la angustia de ellos y el embarazo de casi 6 meses de mi madre, permitió que los militares (quienes ya estaban en los hechos) los escoltaran a mi departamento pues “las cabecitas de los monitos de 11 y 6 años” se reflejaban en las ventanas del departamento.

Fue una noche larga donde la instrucción fue dormir en el piso, al menos dos veces los militares tocaron a la puerta y hubo que abrirles o ellos abrirían, la consigna era evitar se escondieran los guerrilleros que lograron fugarse.

Entre los fugados y quien hirió a un policía estaba Rosalbina Garavito, guerrillera quien en los 90´s sería senadora por el PRD.

A la mañana siguiente los curiosos niños pudimos ver los disparos en la pared del edificio 7, no existía aquello de resguardar la escena del crimen y entramos al departamento de la planta baja, era una visión de película, sangre en todos lados y el baño, el sitio de mayor impresión.

Los guerrilleros habían matado a los habitantes pues en su huida tocaron y ahí se refugiaron, no eran tiempos de temer a quien tocaba la puerta.

No fue casual que fuera en los Condominios la balacera. Ahí habitaban los guerrilleros, jóvenes de 18 a 20 años, según los recuerdo con quienes incluso, compartimos varias cascaritas de futbol, el cuadro era el punto de reunión para los niños de mi época. Puedo decir que hasta nos cuidaban en el juego, mientras nosotros nos emocionábamos por meter un gol, ellos se divertían con nosotros.

También jugamos una rolita, el clásico beisbol de los fregados, un palo y una pelota de hule. Sus caras y nombres son olvido, simplemente jóvenes que sí jugaban con los estorbosos menores.

Luego de la balacera, la policía apresó a Hilario Morales Ruiz, vecino del edificio 12 quien vivía en la primera entrada en el segundo piso, era departamento de lujo porque tenía balcón propio. Él nos vendía en navidad y otras festividades los cohetes y demás pirotecnia.

El 24 de diciembre, a eso de las 9 o 10 de la noche, salía al balcón y lanzaba cientos de cohetes, toda la “guercada” estábamos abajo esperando “capiar” la mayor cantidad posible, aunque eso no importaba, finalmente en grupo los tronábamos toda la raza.

Junto a Hilario Morales se llevaron a don Rubén, un señor de quien no recuerdo el apellido, del mismo edificio 12 pero de la otra entrada y el 3° o 4° piso. A él no lo trataba mucho.

“Los valientes no asesinan”, frase de Guillermo Prieto cuando el ejército conservador iba a asesinar a Benito Juárez y por quien intercedió Prieto, abriendo su ropa del pecho y lanzando la consigna (reza la historia), a lo cual los soldados bajan los fusiles y los dejan partir.

No puedo aceptar el calificativo de “valientes” a los guerrilleros que asesinaron a don Eugenio porque también, en ese contexto otros asesinaron a una familia en el edificio 7 y trastocaron la paz de la zona, terminaron con la inocencia pueblerina de una ciudad en expansión y mostraron la violencia de la que puede ser capaz un radical fanático.

No fueron valientes los guerrilleros de los Condominios como tampoco del que perpetuaron el secuestro.

Que mi convivencia con los guerrilleros, muchos estudiantes normalistas y otros de facultades como economía o química, haya sido placentera, no quita que emprendieron el camino de la violencia, las armas y el homicidio.

Solamente puedo decir: “…los valientes no asesinan”.

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