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Informasa e Infodemia

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta por la proliferación excesiva de la información falsa que reciben las personas, provocando desinformación, mala información y consecuentemente, manipulación de las emociones.

A ese fenómeno tendiente a manipular las conciencias, la OMS le llama «infodemia».

Este opinador en septiembre del 2016, dentro de la semana de la comunicación organizada por el consejo consultivo externo de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL; fue ponente con el tema «Democratización de la información», algo novedoso hace cuatro años.

El planteamiento se centra en que las redes sociales democratizan la posibilidad de informar e informarse sin necesidad de los medios de comunicación constituidos para tal finalidad, ahorita el concepto es cotidiano, en ese tiempo era innovador.

El enfoque es que la democratización provoca desinformación, mala información, verdades a medias; lo que hoy llamamos fakenews o fake news.

Ahí expresé que «en el proceso de hacer al público el centro de la información se corre el riesgo de caer en lo que Sartori llama masacracia». (Ó. Tamez, 2016), es decir, si el público informa sustituyendo a los medios, es probable caer en la masacracia, es decir, en la información surgida desde las masas, no en las instituciones validadas por el pueblo, quien, aunque pareciera lo mismo, son totalmente distintos, en la masa no hay forma, la masa lincha en el anonimato, el pueblo tiene rostro.

Ese concepto trasladado a la información, le llamé «informasa», la información que llega desde el anonimato se vuelve viral, manipula a los informados mediante las fakenews, influye en las percepciones y en consecuencia, en las decisiones de las personas quienes las reciben.

A eso que llamé «informasa» en 2016, hoy la OMS le denomina infodemia y le considera un problema de salud pública que se disemina preferentemente en las redes sociales, altera las emociones de las personas y consecuentemente las determinaciones emprendidas por empresas y ciudadanos.

El Covid-19 se volvió ejemplo de esta «informasa» o «infodemia», todos padecimos decenas o cientos –sin exagerar– de comunicados difundidos en Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram u otra red social sobre el bicho, sus orígenes, intenciones al esparcirlo y hasta mecanismos para prevenir o curarlo.

La «infodemia» va desde los dichos de Trump sobre inyectarse desinfectante para impedir el contagio, hasta un médico quien recomendaba la secadora de pelo con temperatura caliente en la cara, nariz y boca para matar al bicho; pasando por las estampitas de AMLO y las recomendaciones morales del curandero favorito del sexenio: Hugo López-Gatell.

Infinidad de «expertos» pululan en las redes con orígenes en la India, China, Corea y hasta Tombuctú, todos con una receta como la del hermano Abraham quien comparte rating con Chavana, aunque considero más serio a Chavana.

El tema no es menor, no sólo aplica al Covid-19 y sus extraterrestres orígenes, impacta y se utiliza en la política, la internacional y la nacional.

Su utilización requiere de conocer el uso social de las neurociencias; tanto en la neuropolítica, como en el neuroperiodismo, concepto poco difundido en el periodismo local y del cuál somos víctimas todos a cada momento.

El neuroperiodismo al igual que la neuropolítica, tienen como principio, la influencia en las emociones. «El neuroperiodismo requiere de la confianza del ciudadano con el periodista, la empatía y el reconocimiento a éste. El periodista debe saber cómo llegar al corazón, a las emociones, los valores y la sensibilidad del lector» (Ó. Tamez, op cit.).

La «informasa» o «infodemia» no buscan informar, pretende desinformar mediante la manipulación. Su camino es influir en las emociones de los receptores, apelar a su ira, miedo, enojo, temores, inseguridades, tristezas, alegrías y aspiraciones. Estas emociones refuerzan las creencias y conceptos preconcebidos de los afectados.

Así, un contenido «informasa» donde se asegure que AMLO nacionaliza la banca, será potencialmente recibido con ira, miedo o tristeza por los fifís y ampliamente rechazado por los chairos sin meditar su posible veracidad.

Inversamente, los chairos darán por verdad que los escapularios protegen contra el Covid-19 sólo porque lo dijo López Obrador, mientras los fifís se desgarran las vestiduras.

La «informasa» o «infodemia» lleva años entre nosotros y crecerá su contagio a medida que se acerque el año electoral, ya contaremos en otra entrega sobre la vacuna a esta pandemia de la información.

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