Históricamente el federalismo es un tema controversial en México, los orígenes del federalismo pueden estar más cercanos al separatismo que a la soberanía de los estados soberanos y libres.
Nuevo León y las actuales entidades del noreste mexicano nacen en un acto de autonomía, se podría decir que es el primer momento de federalismo dentro del mismo espacio de la colonia española.
El Nuevo Reino de León surge como eso, un reino separado del virreinato, pero a la vez sometido jurisdiccionalmente al virrey.
Mientras el virrey era impuesto desde España y removido del cargo a voluntad del monarca, el gobernador del Nuevo Reino tenía nombramiento vitalicio y territorio otorgado en propiedad, con capacidad de sucesión hereditaria.
El Nuevo Reino era un apéndice de la colonia con autonomía de administración y conformación de poblamientos, fundaciones o descubrimientos sin requerir de permiso real o del virrey pues el permiso estaba otorgado en la capitulación recibida por Luis de Carvajal el 31 de mayo de 1579 a manos de Felipe II.
El Nuevo Reino nace con el territorio de Tamaulipas, la mayoría de Coahuila y gran parte de Texas, además de Nuevo León y Nuevo México; será más de medio siglo después cuando surge la primera fractura al independizarse Coahuila mediante el litigio de Nueva Vizcaya expresado en el documento del Parral.
Ya en el siglo XIX, al iniciar el republicanismo en España mediante la Constitución de Cádiz, Miguel Ramos Arizpe impulsa las juntas de gobierno para las provincias internas de oriente donde consigue finalmente las diputaciones provinciales.
Si se revisa la iniciativa de Ramos Arizpe tenía elementos de separatismo a través de la autonomía regional donde a la postre el territorio del antiguo Nuevo Reino ahora integrado en cuatro provincias podría volverse a reunir en una nación autónoma.
El federalismo impulsado por Ramos Arizpe era tan extremo que, de haberse aprobado su proyecto en Cádiz, se habrían formado varias naciones en el actual territorio mexicano (esto es hipotético pero muy factible).
Ese extremismo se verá en los debates legislativos de 1823-1824 donde el coahuilense empuja un federalismo similar al norteamericano, ajeno a la historicidad y cultura mexicanos; a la postre se confirmaría la visión de Servando Teresa de Mier respecto a los peligros de separatismo y ruptura de la república en territorios autónomos con respecto al gobierno federal.
Estas condiciones federalistas serán la justificación para que Texas argumente su separación del territorio mexicano frente a las disposiciones centralistas de Santa Anna. Es por este federalismo libertino de corte regionalista y anti centralismo que Texas permanece hasta 1846 como territorio autónomo.
Vendrá como consecuencia del centralismo y la animosidad regionalista del noreste mexicano la república de río Grande impulsada por Antonio Canales en el inicio de los 40´s del siglo XIX en la cual se buscaba integrar al antiguo territorio del Nuevo Reino en una nación independiente.
En 1855 se levanta Santiago Vidaurri contra el centralismo, de nuevo Santa Anna contra los regionalistas del noreste. Se habla del liberalismo de Vidaurri cuando en realidad era un pragmatismo no ideologizado sustentado en la economía y seguridad regionales.
Con Vidaurri se reunieron Coahuila y Nuevo León del antiguo reino. De nuevo el argumento federalista para sustentar el regionalismo.
En el noreste mexicano, pareciera que separatismo, autonomía y federalismo se aplican históricamente como términos afines.