El Partido Revolucionario Institucional (PRI) vive la peor debacle electoral de su historia, pone a prueba la capacidad de sus militantes por salvar al maltrecho partido, por convertirlo en un ave fénix. El problema estriba en que lo quieren rescatar los mismos que lo hundieron.
Históricamente, el PRI ha vivido momentos de crisis, siempre sale a flote, en algunos momentos la solución fue la refundación, el cambio de siglas, en otro, cerrar filas junto al primer priísta del país –el presidente–, ya en el Siglo XXI, la catarsis incluyó las consultas a las bases para selección de dirigencias y candidatos.
Días atrás se conoció que el PRI había perdido 5 millones 628,441 militantes, casi de un plumazo quedando en su padrón a nivel nacional sólo 1 millón 159,320 militantes.
Es mentira que el otrora partidazo perdiera así más del 80% de sus 6 millones 787,761 militantes registrados ante el INE. Los fue perdiendo al abandonarlos a su suerte, al perder identidad ideológica el partido, al convertirse en una plutocracia partidaria y al considerar a sus militantes como productos desechables.
Por otro lado, es dudoso que sólo posea poco más de 1 millón de militantes afiliados. Algo huele mal en las cifras.
Actualmente gobierna 12 estados del país donde suma 30 millones 458,478 electores de los 88 millones 219,248 registrados en la lista nominal, con datos al 10 de mayo del 019. Gobierna el 34.5% de los electores del país, sin incluir las 20 entidades federativas restantes.
Es de presuponer que en los estados donde gobierna el tricolor su padrón de militantes sea superior a las entidades donde es oposición. La movilidad natural de los ciudadanos interesados por participar en la política activa dentro de los partidos, provoca movilidad de los perdedores hacia los ganadores, un proceso lógico y comprensible.
Por tal motivo Morena cierra, aunque ilegalmente, su padrón a nuevos militantes, es ilegal porque su razón de existir, como la de cualquier partido es promover la democracia y toda vez que recibe recursos públicos, cualquier ciudadano quien cumpla con los requisitos establecidos por ese partido, puede y debe ser aceptado como militante, ahí el INE tiene responsabilidad y debe actuar, se violan los derechos humanos y electorales de los interesados en ser morenos, aunque eso moleste a la actual militancia.
Volviendo al PRI, es de presumir en los espacios de gobierno y otras tareas públicas, contraten a militantes, por ello, es atractivo ser parte de ese partido, como sucedería con cualquier partido político en el poder.
Sus estructuras deben estar ´engrasadas´ y entrenadas, por ello, deberían tener al menos, el 1% de militantes del total de la lista nominal; es decir, 3 millones al menos, más los militantes de otras entidades que en suma deberían agregar otros 2 o 3 millones.
Algo no cuadra en las cifras de militancia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, pareciera que se rasura el padrón con intensiones definidas, de no ser así, estamos frente a un proceso de eutanasia política.
El PRI nunca ha tenido padrones confiables, históricamente sus listas son abultadas por los sectores y organizaciones que lo conforman, la razón es porque a la hora del reparto en las posiciones electorales, aquello es una romería donde el que más presuma fuerza electoral como más pinole.
Enfrenta el reto por la elección de su dirigencia en esta etapa oscura para ellos, ninguna de las opciones visibles representa un cambio de rumbo. ´Alito´, como se le conoce, nos recuerda a Roberto Madrazo, surge desde la posición de gobernador en busca de la dirigencia, se vende como franco, directo y echado ´pa´, pero sería un dirigente débil derivado de su paso por el gobierno de Campeche.
Narro, el exrector de la UNAM, tiene la misma debilidad que el campechano, los cuestionamientos en su estancia por la secretaría de salud lo hacen inelegible.
Pareciera que en el PRI, lejos de buscar su resurrección, los grupos de poder al interior buscan el botín de las migajas que hoy tiene, esperan agazapados a que las demás fuerzas políticas se desgasten y vuelva a ser opción electoral en el 2024.
Nadie dé por muerto al otrora partidazo; aún se le mueve la patita.