El presidente muestra dotes como estratega en la comunicación efectiva, pone en la agenda mediática el asunto del agravio realizado por los conquistadores españoles hace 500 años a los nativos mesoamericanos.
AMLO pide a España y al papado se disculpen ante los llamados ‘‘pueblos originarios’’ por la violación a los derechos humanos durante la etapa histórica llamada ‘‘conquista’’, agregaría: también durante la Colonia.
Alcanza la meta y coloca el tema en los medios nacionales e internacionales toda la semana. La razón es desconocida, aunque infiero: es para distraer sobre algún otro tema neurálgico, generar adeptos o reforzar la identidad de los amlofílicos y exhibir a los amlofóbicos.
La prensa fifí –como llama a periodistas y medios amlofóbicos– mordió el anzuelo. De inmediato a desgarrar vestiduras, a exhibirlo por mancillar la diplomacia con el principal socio comercial en Europa y por pedir algo ya agotado hace siglo y medio.
Que se disculpen los españoles, sí. Empresas como BBVA Bancomer que cobra tasas leoninas en algunos de sus productos, cobros que no realiza a sus coterráneos en tierra ibérica.
También Iberdrola y Gas Natural –ahora llamada Naturgy–, que han realizado cobros leoninos, injustificados y falseados mediante la prestación de un servicio monopolizado y donde atienden a los usuarios como a indígenas durante la conquista, hace 500 años.
Igual debe disculparse Movistar por ofertar servicios caros y fraudulentos como el de Internet domiciliar, el cual adolece de la calidad ofertada y en el que el cliente está indefenso al momento de exigir atención ante la deficiencia del mismo, un servicio caro y malo.
Algún lector afirmará que es facultad del cliente o usuario abandonar los servicios de estas y otras empresas españolas que realizan por momentos usura con los mexicanos.
No se trata de revivir las rivalidades prehispánicas entre tlaxcaltecas y mexicas, cuya disputa favoreció al conquistador. En su caso, el gobierno tiene instituciones de protección al consumidor que históricamente han hecho como que la Virgen les habla.
En términos comparados, se puede afirmar que hay una segunda conquista española sobre el territorio mexicano, donde igual que cinco siglos atrás, el objetivo no es el mestizaje cultural o económico, sino el saqueo.
En esas empresas los altos ejecutivos son españoles, tal cual los virreyes. Acepte el lector la analogía, pues aquí son empresariales y aquellos políticos, ambos con la misma finalidad: sacar la riqueza de México hacia España.
Hay quienes aseguran que no fue España quien conquistó las zonas de Aridoamérica y Mesoamérica, aunque para 1516 Carlos I era rey de España, no todo el territorio que hoy conocemos como España, pero sí rey conquistador. cual sea la interpretación, el rey que conquistó sí era rey de España.
La etapa histórica es un rigor de historiadores para señalar a la conquista entre 1519 y 1521. El sometimiento, violencia y maltrato a los nativos permaneció 300 años.
Hoy Naturgy se enriquece por el monopolio de la distribución del gas natural en lugares como Monterrey. El cliente no puede cambiar de compañía y debe aceptar los cobros injustificados o cambiar a un servicio de cilindro, volvemos, someter y padecer, no cohabitar.
Pensar en reivindicaciones por agravios de 5 siglos atrás es un tema provocador, y sólo eso. Pocos mexicanos pueden reclamar agravios a nombre de sus ancestros sin tener ADN conquistador. Al menos no podría alguien de apellido Tamez, Rodríguez, López, Obrador, González o Villarreal, probablemente pueda alguien apellidado Tuk, Balché, Canul o Choch.
La mención de AMLO tiene diversas lecturas: cortina de humo para distraer de temas torales, atraer la atención a las ya sin impacto mediático “mañaneras”, preparar terreno en las negociaciones con los pueblos mayas de la zona del tren en la península de Yucatán o porque sabía que el Papa no visitaría México y con esto, lo deja en posición de intolerante al cancelar su visita y así no pedir perdón ante las atrocidades de la inquisición.
Gana AMLO al reafirmar la división entre “amlovers” y “amlófobos”, fortalece la identidad con seguidores y exhibe a detractores quienes no pierden espacio para atacarlo.
Pasar como ignorante de la historia o fanático nacionalista, eso no duele a quien aprendió a endurecer el cuero y sacar ventaja ante la agresión.