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Para la Historia… Fósiles de nuestro tiempo

Llamo fósiles de nuestro tiempo a esos objetos que apenas ayer eran de un valor cuantioso, útiles y hasta de valía afectiva y ahora forman parte de museos, bazares o almacenes de chatarra.

Monterrey, NL, a 14 de marzo del 17.

Muy apreciada doña Sofía,

Doña Sofía, los tiempos parecen volar, cada día hay objetos y productos que se convierten en fósiles de nuestro tiempo presente. ¿Imaginó usted utilizar objetos que luego sólo sobreviven en su memoria?

Llamo fósiles de nuestro tiempo a esos objetos que apenas ayer eran de un valor cuantioso, útiles y hasta de valía afectiva y ahora forman parte de museos, bazares o almacenes de chatarra.

Son fósiles en un uso figurado del lenguaje; la aclaración es pertinente toda vez que usted es una persona de usos propios y perfectos del lenguaje y sus acepciones.

Permita la invite a este viaje que llega hasta cuarenta años al pasado. Un pasado que forma parte de nuestra historia de vida, donde recordaremos algunos de estos fósiles.

Tres décadas atrás, las máquinas de escribir eran el artículo por excelencia en las oficinas, las había portátiles para los hogares y las tareas escolares, las sofisticadas para trabajos de mayor calado. Pasamos de las viejas de golpes en el teclado a las máquinas de escribir eléctricas, con corrector integrado, con moldes para diferentes tipografías e incluso memoria para guardar los textos de mayor uso.

Por ahí sobreviven algunas como si fueran el eslabón perdido que les une con las computadoras actuales, resistiéndose a la tecnificación que llegó cual glaciación a los dinosaurios hace miles de años.

Sigamos doña Sofía nuestro recorrido. Las alfombras, esas telas decorativas que fueron tan socorridas en hogares y oficinas hasta hace cuatro décadas. Hoy son obsoletas; las duelas, los pisos de cerámica y otros artículos ocupan los sitios que eran patrimonio de las alfombras.

Se sabe que son peligrosas para la salud por la infinidad de polvo y bichos que pueden acumular; poco prácticas de darles mantenimiento. Vaya, para no morir en este año 17 del siglo XXI se les encuentra en los jardines, sí leyó bien, se camuflan de césped. Si quiere ver los vestigios de estos fósiles de nuestro tiempo, puede que en algunos hoteles y centros de convenciones aún les encuentre, pero cada vez en menor proporción, su futuro parece ser la extinción.

El siguiente fósil tal vez le resulte más nostálgico, me refiero a los reproductores de música. Fíjese que no hablé de tocadiscos, de consolas, grabadoras, caseteras, estéreos, radios u otros más.

La evolución de estos artículos data de la aparición de la radio, para luego dar cabida a los demás artículos enlistados y llegar a los reproductores de CD a principios del siglo XXI y transitar a las USB llenas de cientos de canciones para llegar al tiempo presente con teléfonos como reproductores de música, sí teléfonos donde se contrata el servicio de música con todos los géneros e intérpretes que pueda imaginar. Ya no necesita los radios portátiles de pilas ni los mp3 o iPod, todo eso, es historia de nuestro presente. De la mano con los reproductores de música van al museo los discos, los casetes, los CD, DVD y las memorias USB.

Qué ironía, ahora encuentra estéreos “retro” que pueden tocar discos de acetato, de 33 o 45; que reproducen casetes y tienen entradas para USB. Los discos de acetato son artículos de lujo que consigue en bazares y que al reproducirlos su fidelidad sonora nos remite a una etapa de vida pasada.

Parece transcurrieron generaciones enteras de cuando sintonizábamos la radio para grabar nuestros propios casetes de la música preferida, pero apenas transcurrieron treinta años. Cuántos crecimos grabando música de estaciones como la 99, estéreo globo, radio recuerdo o RG. ¡Qué tiempos aquellos!

¿Qué me dice de las plumas fuente y los pisa corbatas? Dos toques de elegancia que se ubican en el umbral de la fosilización.

Podemos seguir, pero no quiero agobiarle, luego escribiré sobre otros fósiles de nuestro tiempo como los son las cámaras fotográficas, los teléfonos fijos de quienes ya compartí en ocasión anterior, los televisores, la ortografía y hasta los libros escritos en papel.

Como puede ver, la evolución se aceleró y artículos de reciente creación hoy son productos del recuerdo.

Me despido, no sin antes agradecer su interés por mi comunicación epistolar y con la firme disposición por pronto volver a compartir con usted.

“Escribiendo la historia para el futuro”

Afectuosamente quedo a sus invaluables saberes.

Óscar Tamez Rodríguez

 

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