Recientemente leí una frase de la escritora Uruguaya Carmen Posadas quien dijo que “hay una teoría infalible sobre la amistad: siempre hay que saber qué se puede esperar de cada amigo”
La invitación realizada por el Presidente Peña Nieto a los Candidatos a la Presidencia de Estados Unidos de América llegó en momentos que más que justos eran necesarios.
Necesarios por el hecho que estamos en vísperas de que el Ejecutivo Presente su 4to. Informe de Gobierno en el cual, si bien es cierto, nos refrenda que “lo bueno que ocurre en el país casi no se cuenta, pero cuenta mucho” por otro lado vemos encuestas de prestigiados diarios en dónde sitúan que la popularidad o aceptación de dicho gobierno va en declive. Lo que hace necesario el desviar dicha atención en otro asunto que parecería llamar a la justicia del pueblo Mexicano.
Donald John Trump, candidato del partido republicano, prestigiado empresario que juega a la política, desde su destape dio de qué hablar; y si bien sus ideas parecieran “broncas” (expresión usada sin el fin de lastimar pasiones) no fueron del todo erróneas.
Se mostró firme y decidido de hablar de un tema que vulnera a ambas naciones, que toca viejas heridas y que pone en entre dicho acuerdos de gran envergadura que en su momento fueron trascendentales.
Pero con ello ofendió a un pueblo de por sí ya agraviado, un pueblo usado por quienes dicen ser defensores de su soberanía, un pueblo sentimental que puede no ser tan culto pero que muestran uñas y dientes cuando se les hiere.
La pretensión de separar una de las fronteras más transitadas con la construcción de un muro no solo daña a México, daña al institucionalismo y nos remonta a finales de la II guerra mundial con la construcción del muro de Berlín.
El caso pudiera ser nada o muy similar, sin embargo se separó un mismo pueblo y cargó consigo años difíciles y de grandes pérdidas.
Siempre he pensado que no importa el tamaño del problema, lo que importa debe ser el diálogo y la apertura para buscar soluciones pacíficas y enfrentar las discrepancias de frente; más aun tratándose del futuro de millones de vidas de mexicanos y estadounidenses.
Peña Nieto mencionó que tendría absoluto respeto en las próximas elecciones del vecino país, y tendió el puente al diálogo con quien pudiera llegar a ser Presidente.
Unos hablan que se equivocó al invitarlo, otros que le faltaron los tamaños para hacer frente al magnate. Lo cierto es el presidente es chaparro (y quizá por eso no tuvo los tamaños); y otra que es imposible ponerse de acuerdo en mi casa para saber que vamos a cenar, ahora bien coincidir (o cumplir caprichos) de cerca de 120 millones de mexicanos lo complica aún más.
No pretendo defender a Peña, mucho menos que se pensara que estoy de acuerdo con Trump, en lo que coincido es en el diálogo, la apertura y crear las políticas públicas que ayuden a ambos países a transitar juntos por el bien de sus habitantes.
La locura de nuestros representantes se está volviendo moda, en su tiempo el estilo ranchero de Fox, luego el galante peinado de Peña, en lo local lo bravucón de Jaime hoy lo tiene de Gobernador de N.L.
Donald Trump ha sorprendido al llegar a donde nadie lo hacía y hoy se figura a ser quien pueda ocupar uno de los puestos más temibles y quizá deseados a nivel mundial. ¡Y está loco!
¿Conviene o no tenerlo como amigo general Sun Tzu?