A pesar de deberle el nacimiento de la raza y cultura mexicanas, la mujer más vituperada en la historiografía mexicana es la indígena nahua Malintzin.
Los historiadores coinciden en que su nombre prehispánico es Malin o Malinalli, por lo que, al ser bautizada en abril de 1519, los españoles le llamaron Marina, siendo éste un nombre cercano en el idioma español.
De origen no preciso, su nacimiento se ubica en una región del actual estado de Chiapas, en Copainalá, colindante con Tabasco en límites con Veracruz, aunque otros la definen como nativa de Tabasco o hasta de Coatzacoalcos en Veracruz.
Hija de una familia empoderada, queda huérfana de padre por lo cual su madre al volverse a casar la vende a unos mercaderes mexicas a la edad de 6 u 8 años. Posteriormente es entregada por éstos como esclava al pueblo de los xicalangos quienes hablaban náhuatl.
Las continuas guerras entre mayas contra mayas o nahuas contra mayas provocaron la formación de nuevo poblamientos conformados por mayas tabasqueños, lo cual origina variaciones en el idioma maya dando lugar a una nueva lengua: la chontal.
Ese es el contexto donde vive Malinalli sus primeros 18 años. Geográficamente en la región de Coatzacoalcos y límites con Tabasco, por tanto, aprenderá a comunicarse en las lenguas náhuatl y chontal, ésta última una variante del maya.
El 22 de marzo de 1519, Hernán Cortés arriba a la zona del Grijalva y entabla combate los días 24 y 25 derrotando finalmente a los tabasqueños en la batalla de Centla y negociando la rendición del 26 al 28 de ese mes.
Malinalli es entregada junto a otras 19 mujeres como esclavas a los españoles en señal de reconocimiento por la derrota bélica. Semanas después los nativos le llamarían Malintzin ya que el sufijo “tzin” indica liderazgo. Posteriormente se confundiría con Malinche, nombre con el cual identificaban a Hernán Cortés y cuyo significado representa poderío.
El 17 de abril de 1519, con apenas 18 años de vida aborda uno de los barcos españoles donde será bautizada por fray Bartolomé de Olmedo con el nombre de Marina y otorgada como esclava y acompañante a Alonso Hernández Puerto-Carrero (Portocarrero), pariente y hombre cercano del capitán Cortés.
Su vida cambiará sin retorno, pronto será la protagonista estelar de una de las etapas más importantes en la historia del mundo occidental.
El jueves Santo de 1519 (21 de abril), arriban las naves a San Juan de Ulúa, sitio donde hoy se ubica la ciudad de Veracruz.
En su paso por la costa, en territorio maya, Cortés rescata a Gerónimo de Aguilar, religioso quien junto a Gonzalo Guerrero estuvieron presos de los mayas, de quienes aprendieron esa lengua, sin embargo, Guerrero decide permanecer con su familia nueva entre los mayas y sólo Aguilar se reintegra a los españoles.
La presencia de Aguilar tenía el propósito de ser traductor, sin embargo, no contaban los expedicionistas con la multiplicidad de lenguas y variantes habladas en la región.
Entre las lenguas que debieron traducir estaba el maya, el maya de los tabasqueños, náhuatl y mexicano (el de los mexicas o aztecas). Aguilar tenía la limitación de sólo hablar maya.
Cortés descubre la valía de Malintzin, mujer políglota y muy desarrollada en su inteligencia lingüístico-verbal lo cual favorece el aprendizaje de idiomas. Hablaba náhuatl, algo en mexicano y chontal; lenguas que traduciría con dificultad al maya de Aguilar, en pocas semanas aprende conceptos básicos del idioma en los conquistadores. Así Cortés pudo parlamentar con los nativos.
A Malinalli le debemos el encuentro que da vida a la mexicanidad.